Thalía – “Soy la mujer que ellos quieren ser”

Thalía tiene 32 años y es capaz de proyectar en el escenario tanto la imagen de una Lolita marca Nabokov como de una femme fatale. Es como una malteada de fresa, siempre deliciosa para sus fans, pero que a ojos de los observadores neutrales provoca sentimientos encontrados.

En 1994 tenía programados dos conciertos en el Auditorio Nacional que fueron cancelados por problemas de salud, según versión oficial de la artista, aunque una buena parte de la prensa se empeñó en afirmar que no se habían vendido suficientes boletos. Diez años después, cumple el “anhelo” de estar en el centro de espectáculos más importante de México, a casi toda su capacidad, y se da el lujo de decir pícaramente: “Ahora no tengo migraña, ahora sí estoy muy cerquita de ustedes… nada como estar en casa, en mi patria, les juro que anoche no pude pegar el ojo por la emoción”. Los piropos surgen desde las butacas y ella contesta con voz aniñada: “¡Ay, es que me chivean!”. Un admirador grita a voz en cuello: “¡Te adorooo!”, y ella le contesta con naturalidad estudiada: “Yo también, papacito”.

Es su gran noche y está más lista que una quinceañera. En la mañana, durante el ensayo y la prueba de sonido, no dejaba de afinar detalles. “Esos palitos ahí se ven horribles”, le decía a uno de sus asistentes norteamericanos, quien de inmediato retiró aquello que le molestaba a la diva, entonces ataviada con mezclilla, playera y gorra. Ocho horas antes del show, preguntaba en espanglish “¿dónde están los dancers?”, como quien busca a los chambelanes que la acompañarán en el evento más importante de su vida.

tour 2004

Casi 9 mil personas presencian la fiesta de esta niña-adolescente-adulta quien trae bajo el brazo un buen número de canciones que mueven mil y un recuerdos. Con su público, establece una complicidad más allá de lo políticamente correcto. Un gran porcentaje de admiradores varones ve en Thalía a la mujer que ellos quisieran ser. Por supuesto, se trata de un sector gay, dentro del cual destaca un grupo numeroso que expresa sus emociones de manera desinhibida. También hay discretas parejas que no creen necesario externar abiertamente las pasiones que genera la sensualidad desbordada de su ídolo. Y Thalía no decepciona a nadie, porque es una profesional en el más amplio sentido de la palabra. Se hace acompañar de siete músicos de muy buen nivel, dos coristas excelentes que arropan a la estrella sin jamás opacarla, y un grupo de bailarines al parecer sacados de un circo por sus habilidades físicas, pero que también poseen el ritmo y el talento necesarios para transitar del break dance a la rumba sin inmutarse.

Aunque nunca se ve en escena, es obvio que el productor Tommy Mottola, esposo de la cantante, está detrás de este espectáculo rigurosamente vigilado. Y dentro de esa disciplina laboral brilla como un sol la típica frescura de Thalía, producto de una gracia natural que ella explota a su antojo con adorables desplantes prefabricados. Cuando alguien le grita “eres bien chingona”, ella se sube a ese tren para preguntar con deleite: “¿Soy una chingona bien cabrona?”, frase que provoca el delirio de un público que llegó entregado al Auditorio, listo para corear “Regresa a mí”, “Quinceañera”, “Entre el mar y una estrella”, “No me enseñaste”, y otras. Transita por la carretera de sus recuerdos profesionales y personales, que son los mismos de sus fans, muchos de los cuales han vivido dentro de un espejo donde la eterna adolescente sexy es la única protagonista de un cuento rosa con fondo amarillo azul.

tour  2004

Más que vocalmente, Thalía destaca por sus dotes de modelo y su presencia escénica. Un cuerpo escultural con cintura de avispa y unas ganas tremendas de seguir comiéndose el mundo a puños: estamos frente a una artista de pop ligero que sin duda retribuye lo que sus incondicionales pagan en la taquilla. Camaleónica, luce insoportablemente bella con cualquier atuendo: desde el traje de noche negro hasta la mezclilla deslavada o la minifalda que la muestra como una jovencita coqueta y sin marido. Se defiende sola, y por eso mismo su paso por Timbiriche sólo merece un par de canciones (“Si no es ahora” y “No sé si es amor”); la primera de ellas se repite cuando se percata de la presencia en el recinto de Diego Shoening y Mariana Garza, quienes se avientan un palomazo emotivo pero poco afortunado por la falta de sincronía.

Thalía tiene tiempo para todo: desde flirtear con uno de sus bailarines en un aparente juego sadomasoquista hasta llamar a un espectador que “casualmente” traía la revista que ella edita en Estados Unidos. Asimismo, pide se prendan las luces para agradecer la presencia de sus invitados especiales: su mamá Yolanda, su sobrina Camila, Cynthia Klitbo, Itatí Cantoral, Juan José Origel, Beatriz Sheridan (“mi madre putativa”), el productor Pedro Damián y el chavo Michel Castro. También hacen acto de presencia Pati Chapoy y sus colaboradores del programa Ventaneando, quienes reciben una sonora rechifla, sofocada por una frase contundente de la vocalista: “No sean cabroncitos”.

Conforme se acerca el final, la intérprete lanza al aire las alegres canciones que fueron temas de su famosa trilogía de telenovelas (“Marimar”, “Rosalinda”, “María la del Barrio”). Remata con “Amor a la mexicana”, “Piel morena” y “Arrasando”, y provoca la euforia. Luciendo una mega peluca afro, ofrece un encore que deja a casi todo mundo satisfecho porque se trata de un himno entre quienes practican el amor que no se atreve a decir su nombre: “A quién le importa”.
A la salida, grupitos de jóvenes felices enarbolan enormes fotografías de la diva y banderas con la imagen de un arco iris, al final del cual ellos ven a una estrella más del canal de las estrellas.

Cronología discográfica

    1971 Nace el 26 de agosto y es registrada con el nombre de Ariadna Thalía Sodi Miranda; es la menor de 5 hermanas.
    1972 Con un año de edad aparece en un anuncio de refresco.
    1981 Debuta con el grupo infantil Pac Man, que se transformará en Din Din. Graban cuatro discos.
    1984 A los 13 obtiene su primer trabajo como actriz en el musical infantil Vaselina, que alcanza 500 representaciones.
    1986 Su entrada al grupo pop juvenil Timbiriche —verdadera bomba de éxito— será su primera plataforma para la música. Debuta en la pantalla chica con la primera de innumerables telenovelas que hará a lo largo de su carrera.
    1987 Graba su álbum Mundo de cristal.
    1990 Viaja a Los Ángeles, EUA, para estudiar música, baile y actuación. Lanza su primer disco solista, Thalía, con éxitos como “Saliva” (prohibida en la radio mexicana) y “Un pacto entre los dos”.
    1991 En España conduce el programa Vip Noche al lado de Emilio Aragón.
    1992 Graba la telenovela María Mercedes, todo un suceso popular (al año siguiente se transmite en Rusia). Graba su tercer disco, Love.
    1993 Temporada como cantante en el centro nocturno El Patio, de la ciudad de México.
    1994 Estelariza la nueva producción de Televisa, Marimar, que se difunde en varios países.
    1995 De su álbum En éxtasis destaca “Piel morena”. Nuevo pegue en tv con María la del barrio, que la llevará a China, Filipinas e Indonesia, donde será recibida con honores de jefe de estado.
    1997 Lanza el álbum Amor a la mexicana que promoverá a nivel internacional. Graba tres temas para la cinta de dibujos animados Anastasia.
    1998 Desfila en el Carnaval de Río de Janeiro.
    1999 Graba la telenovela Rosalinda.
    2000 Actúa en la película Mambo café. Edita el cd Arrasando (el tercero que le produce Emilio Estefan Jr.). Se casa con el famoso productor Tommy Mottola, con bombo y platillo en la Catedral de St. Patrick, Nueva York.
    2002 A la par del cd Thalía lanza una línea de ropa con su nombre. En EUA sale a la venta Thalía’s Greatest Hits, con el que gana, al año siguiente, los primeros premios importantes de su carrera: dos Latin Billboard (Mejor Álbum Pop Latino del Año y Premio de la Audiencia).
    2003 La revista Fortune la incluye en la lista de las empresarias más importantes de EUA.
    2004 EMI lanza la recopilación de todos sus éxitos musicales CD-DVD, y logra su primer concierto en el Auditorio.