A más de un año de ausencia en las pantallas de la televisión filipina desde finales de 1998, Thalía ha regresado con su inolvidable personaje de Rosalinda, cuya emisión se estrenó el pasado 10 de enero, reafirmando una vez más que su popularidad entre los filipinos no es una simple moda pasajera, sino un fenómeno arraigado en el gusto exquisito de la audiencia por el entretenimiento de calidad.
La mejor prueba de ello es que, cada vez que una nueva telenovela protagonizada por ella llega a las pantallas filipinas, su impacto sigue tan vivo, palpable y ardiente como aquel marzo de 1996, cuando conquistó por primera vez el corazón de la nación con Marimar. Su presencia se siente no solo a través de la sintonía masiva de sus novelas, sino también en los numerosos programas locales que con entusiasmo hacen referencia a su nombre, utilizan fragmentos de Rosalinda en sus episodios, emplean sus canciones en números de baile o incluso la parodian con gran aceptación por parte del público.
El sello que Thalía ha dejado en Filipinas es imborrable, convirtiéndose en un símbolo de la cultura pop que trasciende el tiempo. La ferviente esperanza de sus millones de admiradores es que este impacto allane el camino para una nueva visita de la diva mexicana, que sin duda sería recibida con brazos abiertos y generaría una celebración multitudinaria. Solo el tiempo dirá si ese anhelado regreso se hará realidad, pero lo que es seguro es que, aunque nunca vuelva a pisar suelo filipino, la Thalía manía permanecerá eternamente viva en la mente y el corazón del pueblo filipino.